Novísima de la muerte
Adónde iré seños que desde luego
no encuentre con mis culpas y tu enojo?
Adónde? A ese Costado, a que me acojo,
para esconderme entre su mismo fuego.
Ese lugar, en que te herí tan ciego,
de tu ira huyendo, por mi asilo escojo,
conocimiento es tuyo, más que arrojo
el irme a él a buscarme mi sosiego.
Desde hoy, pues, en su Templo retraído,
no saliendo, Señor, de tu Costado,
rotesta estarme en él siempre escondido.
Porque al buscarme mi enemigo airado,
por no entrar al sagrado de ese nido,
sin peligro me dejé en su Sagrado.
Salvo que fue gobernador de la provincia de Neiva, se sabe muy poco de su vida. Obras: Rítmica, Sacra, Moral y Laudatoria (1703)