A trancazos
a toda hora me levanto y echo la tranca una y otra vez para asegurarme que ya la he echado…
después es la gota de agua que sin caer sigue cayendo hasta que ya no queda más que el hueco del corazón...
en el vidrio de la puerta corrediza que da a la terraza, tu sombra o tu reflejo te observa que se te salen los ojos y ya no sabes de qué lado te materializas y echas a correr...
al perro que duerme junto a los vestigios del silencio le has recortado los párpados para que no de tregua a la vigilia...
el insecto que de repente detiene su vuelo y acaba con su vida en el fondo del vaso, todavía lleno de nada, se te desangra en el espejismo...
vas a la cama de tu hija una vez más y aunque sabes que está más dormida que nunca vuelves otra vez para saber que está...
y ante la evidencia de los hechos que te suceden mucho antes de haberte sucedido, te haces el muerto como esos animalillos que al cruzar la calle imitan tu juego para poder despertarte, aunque todavía no te hayas dormido...
es todo cuanto te queda en la maleta: un estar que no es tuyo y un fantasma que se hace el inocente cuando hace de las suyas en las páginas ya escritas y arrancadas...
te levantas una vez mas, agarras el garrote que siempre encuentras en todas partes, o te encuentra, y listo como siempre para dar el garrotazo final te persigues por todos los rincones de la casa
hasta que al ladrón no le queda más remedio que echar el mismo la tranca y tirarse con el perro junto a la vigilia...
Escuela de poesía
un día fue que quisimos escribir en las páginas del viento lo que no sabíamos y las páginas esperaban mudas y ciegas que el aullido se derramara para siempre en su intimidad…
también el silencio in fraganti masculló su gruñido en el aire que hizo tabula rasa y se quedo dormido… un chillido en las pupilas de la hembra que en el delirio de lo desconocido le saca punta a las sílabas que se le hacen agua en la boca…
en las páginas sólo quedan las huellas de lo que un día fue sin saber que había sido… una garra que se desangra en el umbral de un amanecer que se quedó en veremos… un amor todavía a tientas a la vuelta del oído buscando el grito que lo busca en vano…
y en las paredes del sueño otra bestia que se muere pasado mañana o ayer sin que aún hayamos disparado el primer tiro…
Rivera (Huila)