El cuerpo no es más que la representación del tránsito,
La corrupción del paraíso.
Cada poro se abre y lágrimas de sangre desdibujan
La ironía hilemórfica.
Un manantial de risas, de miedo, de sensaciones,
Convergen en el punto del sueño eterno.
Realidad
Se abren huecos en el alma,
La existencia se desgarra,
La muerte viene en sentido contrario
Y me la encuentro de frente.
Me mira a los ojos,
Todo avanza rápidamente.
Una pintura impresa con sangre en el espíritu casi olvidada
Se rescribe fuertemente
Y me elevo extasiada por el dolor
Otra vez muerte
Otra vez desolación, incertidumbre, pánico
La quimera de la felicidad se desvanece,
de nuevo siento los huesos.
Bogotá
Ciudad de ángeles blancos,
Con rostros melancólicos y pacientes.
Benevolencia bendita de creadores poco insulsos y conspiradores.
Hombres con rostros amargos,
Mujeres que desgarran sus entrañas
E identidades sin sexo y sin pasión
Ciudad de ángeles negros,
Con corbatas grises
Y chalecos de paño.
Recorren las calles y ya no hay respiro.
Los miro a la cara y en sus ojos
veo una lágrima de sangre.
Mi ciudad ya no es una ciudad de ángeles soñadores,
Es la ciudad del rebusque.
La magia vuelta realidad,
Los pensamientos en el aire corrompido,
El desconcierto de la vida,
La tristeza del vecino.
Ésta ya no es la ciudad de antes,
Es la ciudad de la muerte.
Lina Álvárez Villareal
Bogotá 1986
Actualmente se encuentra estudiando Derecho en la Universidad de La Sabana.